Sam Bell es un astronauta que vive solo en la Luna. Su única acompañante es su computadora GERTY, quien lo asiste y le recuerda los objetivos de la misión. Su trabajo consiste en recolectar y enviar a la Tierra cantidades de Helio-3, un combustible muy útil.
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El trabajo que lo ha mantenido por casi tres años en la Luna terminará muy pronto y regresará a la Tierra. Su única comunicación es con GERTY, ya que una avería en el sistema de comunicación impide las pláticas en tiempo real con la Tierra. Por ello, cada cierto tiempo recibe un mensaje pregrabado de su esposa e hija, quienes lo esperan en casa.
Un día, al salir de su estación para recolectar más mineral, sufre un accidente que lo deja inconsciente en un vehículo. Cuando despierta, ya en la estación, GERTY le informa lo sucedido y lo ayuda a recuperarse. Le informa que en muy poco tiempo una unidad de rescate vendrá a reparar los daños. Sin embargo, Sam comienza a tener visiones extrañas y duda acerca de la realidad, de su personalidad y de su identidad. La unidad de rescate se acerca mientras las cosas comienzan a ser muy raras, aún para el paisaje tan raro en el que se encuentra…
El director Duncan Jones, hijo del músico David Bowie, escribe y dirige Luna, una cinta de ciencia ficción que de una u otra forma viene a revivir este género, en un estilo muy particular. Y digo que “revive” porque si bien es cierto que hemos estado viendo temáticas con estilo de “ciencia ficción” últimamente, como Avatar, una característica importante de cierto tipo de ciencia ficción es la de mostrarnos diferentes problemáticas y reflexiones sobre la naturaleza humana y la ciencia en espacios y tramas contenidos, cosa que ocurre discretamente con cintas como Avatar en donde el despliegue de efectos, los grandes presupuestos y los elencos multiestelares desvían la atención de la imaginación para concentrarnos en lo fácil y en lo evidente, en lo colorido y lo vistoso.
En Luna, Jones logra recrear un ambiente extraño mediante el uso de una cinematografía sobria pero sin prescindir de los efectos, aunque no son exagerados. Retomando la estética, estilo musical, situaciones y narrativa de películas como 2010: Odisea del Espacio de Kubrick o de Solaris de Tarkovsky, el director logra transmitirnos muchas de las sensaciones que está experimentando el protagonista.
Son evidentes los sendos homenajes que Jones hace de las mencionadas cintas, sin embargo, la trama logra envolvernos en un enigma que, si bien su resolución no es del todo espectacular, si tomamos la película como un todo resulta ser una experiencia satisfactoria en todos los ámbitos: efectos especiales, atmósfera, guión y resolución.
Hay un vicio recurrente en las cintas y demás productos culturales que retoman la ciencia ficción y ése es las exageradas pretensiones de los autores, por lo que se vuelven pretenciosos y hasta ridículos en ciertos casos (mezclando filosofía con metafísica con religión y además tramas gringas, ¡yak!). El secreto de la ciencia ficción es, desde mi punto de vista, saber fusionar la ciencia con la ficción; entendiéndose “ciencia” como algo realista, como situaciones que podemos justificar y relacionar con nuestra realidad inmediata sin recurrir a la “magia” ni a situaciones que no podemos explicar fehacientemente. La ficción, obviamente, reside en aventurarse al futuro, en hacer un viaje hacia la especulación o a las consecuencias de la ciencia actual en los seres humanos del futuro. Ahí sí se vale “jugar” como quieras, pero si no tienes en cuenta el elemento “ciencia”, tu producto queda como algo “jalado” y fuera de lugar.
En Luna no pasa esto, ya que el director supo hacer esa fusión entre ambas partes de la Ciencia Ficción, mientras que el conflicto queda cercano a nosotros, cercano a la comprensión humana. Cuando terminas de ver la película, no te quedas con una sensación de no haber entendido nada o de nunca haberte identificado con el protagonista, pues sus reacciones son lógicas y humanas ante tal conflicto. Jones supo construir un universo creíble (eso es de agradecerse), sin descuidar la parte de la “ficción”: el elemento que nos hace imaginar, lo que nos hace “alucinar” y creernos lo que estamos viendo aunque sea falso (por ahora).
Dada su sobriedad, su alejamiento de la “fumadez” y los conflictos tan lógicos que nos presenta, no me extrañaría que en unos años Luna sea considerada una película “visionaria”, como lo han sido otras en el ramo.
En resumen: Luna vale mucho la pena, retoma las raíces de la ciencia ficción en el cine y nos presenta un conflicto lógico e intrigante en medio de unos escenarios que hoy pertenecen al terreno de la “ficción” para nosotros, pero que tal vez antes de lo que pensemos, pasen al terreno de la “ciencia”. Con esto como base, puedo decir que Luna es una buena película de Ciencia Ficción que vale mucho la pena ver. Recomendada.
En resumen: Luna vale mucho la pena, retoma las raíces de la ciencia ficción en el cine y nos presenta un conflicto lógico e intrigante en medio de unos escenarios que hoy pertenecen al terreno de la “ficción” para nosotros, pero que tal vez antes de lo que pensemos, pasen al terreno de la “ciencia”. Con esto como base, puedo decir que Luna es una buena película de Ciencia Ficción que vale mucho la pena ver. Recomendada.