Estaba hablando sobre barcos con uno de mis mejores amigos...
Hace unos días, él fue el que empezó todo, hablando de icebergs y de hundimientos. Parece que lo suyo fue una falsa alarma. Me da gusto.
Lo mío, no. Éste sí es un hundimiento del todo, sin rescate, sin marcha atrás. En el futuro, cuando encontremos nuestro barco hundido, oxidado y con algas y demás especies marinas poblándolo, no habrá un intento por rescatarlo, ni conmemoraremos su hundimiento... mucho menos habrá una película "oscareña" sobre él... Es un hundimiento sin sobrevivientes, y por supuesto, sin "salvavidas"; al contrario... lo que también se hundió fue algo de mi vida...
No sé si deba guardarle luto, pero si ese fuera el caso, espero que no sea mucho tiempo y haré todo lo posible por seguir navegando, aunque sea en una lanchita y ya después alguien me rescatará...
No me gusta estar tan nostálgico, pero estos días han sido así. El hundimiento me afectó, lo acepto. Ojalá que el siguiente barco que construya sea fuerte, pero sobretodo espero que sea di-fe-ren-te... que cuando lo empiece a construir, el agua se quede fuera y no comience a invadir las cámaras desde un principio. Que sea grande, pero no pretencioso. Que sea libre, sin anclas lejanas ni redes en las aspas que le impidan navegar. Que sea ver-da-de-ro, que no aparente lo que no es. Que sea nuestro, no sólo de uno de los dos. Que sea resistente a tantas olas y a tantos cañonazos. Pero sobretodo, me gustaría que me lleve a un puerto se-gu-ro, a una isla paradisiaca o a una tierra virgen (de esas que sólo existen en la ciencia ficción y en mi mente) para que la exploremos juntos, sin que uno de los haya ido antes, sin ventajas ni premeditaciones. Sin burlas ni malas vibras. Sin malos entendidos ni indiferencias.
Ya no quiero ir más a la deriva...
viernes, marzo 04, 2005
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