viernes, octubre 14, 2005

Cultura y otros términos reinventados

(Comentario sobre la entrevista México, país de partido único mediático, realizada por Cárlos González a Armand Mattelart, publicada en la revista etcétera, septiembre 2005)


Leer a un buen teórico de la comunicación es regresar a los orígenes y principios que tiene esta carrera que elegimos. Principios que nunca deberíamos olvidar, pero que seguramente algunos habrán de hacerlo a la larga. Pero más que regresar al pasado, a esas clases y teorías de Introducción a la Comunicación de primer semestre, es recordar que el presente de la comunicación no sólo son propuestas frescas para radio o tele sino también palabras sabias, concretas y enriquecedoras. Es, también, analizar conceptos reinventados que no deberíamos olvidar, per se y porque seguirán reinventándose. También nosotros debemos reinventarlos, sin duda.

El primero de ellos, el que más me llamó la atención analizar, fue el de cultura. Me parece que Mattelart emplea el término en el sentido de “culto”, saber, acumulación de “buenos y útiles conocimientos”, y, por lo tanto, tiene razón cuando habla de que hay una “gran crisis de servicio público” así como al sugerir que recordemos las funciones primarias que tenían los medios masivos. En ese sentido, concuerdo con él. Pero no hay que olvidar que la palabra cultura tiene varias acepciones. Una de ellas se refiere a las manifestaciones y exteriorizaciones de la mentalidad de las sociedades. En ese rubro, me parece que los medios de comunicación no sólo reflejan la cultura de la sociedad (es decir, lo propio de las masas, lo que es de su interés o lo que “piden”), sino que son el principal reflejo de la misma y además, el motor esencial para definirla, redefinirla, cambiarla y son medio de asimilación de esa “cultura artificial-mediática” para las masas. Aquí habría entonces que entrar en honduras y preguntarse si los medios son los que reflejan la cultura o si ésta es establecida y reinventada por aquellos. ¿Los medios masivos son agentes pasivos o activos ante las transformaciones que sufre día a día nuestra cultura? Sinceramente no me siento apto para contestar esta pregunta autoformulada (sería interesante saber lo que Mattelart respondería) pero sí creo que es un poco de ambas cosas. Además, ¿qué tal si por primera (y, quizá, única) vez quitamos un poco de culpa a los pobrecitos medios y pensamos en que tal vez la sociedad es la que ha cambiado a tal grado que la telebasura y demás productos “chafas” son un reflejo exclusivamente suyo, en el que los medios no han tenido nada que ver, que sólo lo comunican más no lo crean? Después de todo, medio que no reacciona ante los estímulos de su ambiente, medio que muere, ¿o no?

Internet: antes vista como la “súper carretera de la información” y ahora ¿cómo Dios? Por aquello de lo omnipresente, sabelotodo y regidora de las vidas de nosotros, pobres mortales, que ya no pensamos por nosotros mismos y nos hemos olvidado de lo que es un libro. El gran problema de la internet, según mi punto de vista, es que a nadie se le ha ocurrido enseñar a la gente a usarla. Y si a eso le sumamos lo que menciona Mattelart, y concuerdo con él, de que no sabemos ni cómo preguntarle, creo que va a pasar un buen tiempo antes de que se sepa explotar al 100%, o por lo menos para que se le considere ya como un medio de comunicación “serio”. Todo esto es como rezarle a Dios pero en un idioma pagano, ¿así cómo nos va a entender? Aún hoy hay gente que no sabe utilizar un buscador… encuentran “como Dios les da a entender”, nótese la ironía de la frase…

Los medios son el cuarto poder. Lo que más me impactó de lo dicho por Mattelart fue eso de que “…el medio en sí no es un poder, tiene poder porque está en medio de una imbricación de unas estructuras de poder.” ¡Qué buena forma de romper con las frases hechas! Y esto es cierto, porque para entender el poder contemporáneo hay que comprender el contexto particular donde éste se manifiesta. Y el caso de México es definitivamente digno de análisis. No me extraña que Mattelart supiera al respecto. Y aquí entra perfectamente el ejemplo que él pone sobre Francia, en donde los medios son un poder regulado y delimitado. A lo mejor sí tienen esa gran influencia que todos sabemos que los medios tienen sobre las masas, pero ese poder es diferente ya que en cierta forma les es otorgado por la misma gente (lo digo por lo del Observatorio Nacional de los Medios). En México, los medios tienen ese poder porque los “otros” poderes son como son. Y quien debería regular el alcance de todos esos “poderes” es la sociedad, sin duda. A lo mejor para ayudar tras los desastres nos organizamos bien bonito, pero ¿y para este tipo de cosas? Es que los mexicanos (todos, no sólo los políticos) no sabemos priorizar y mientras no aprendamos a hacerlo, pasarán delante de nuestros ojos y oídos infinidad de temas a discutir que quedarán “en el tintero”. Serán como la cosquillita incómoda (más aún que las elecciones) que quede pendiente y que a algunos les resultará peor que un permanente zumbido de oídos. Pero la mayoría de la esfera pública tiene otro tipo de cosquillitas más importantes…

Aunque Mattelart no esté de acuerdo con su cine, por ahora lo único que queda es seguir alabando al genio de Michael Moore…
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lunes, octubre 03, 2005

Puntos suspensivos

Me doy cuenta de que cada vez me queda menos juventud.

Un mes después. Durante todo este tiempo, muchas cosas han pasado. Algunas para bien y otras para mal. Después de todo, es parte de la evolución que siempre pregono tener. Esa que no para y que me acompañará hasta el último día de mi vida… espero.

Ojalá hubiera escrito un poco todos los días. Así hubiera evitado el olvido de detalles. Aunque supongo que fue mejor así porque sólo inmortalizaré lo realmente importante.

Cuando viví mi pubertad no tuve con quién compartirla más que con mis amigos púberos. Ahora, tengo la oportunidad de vivir la pubertad de Minimí. Baka Loca. De un día para otro le cambió la voz. Por fin podemos hablar de mujeres (“ricuras”, como él les dice). Ya no tengo que modular mi lenguaje, que de vez en vez es muy florido. Ambos nos podemos quejar a gusto de la autoridad paternal (apesta). Soy una oreja fiel a la hora de que él se tiene que desahogar de las jaladas que le hace su madre. Yo le sigo diciendo que sólo él controla su vida, que nunca debe dejar que nadie, ni su mamá, lo manipule, que cuando entre a la prepa las cosas tienen que ser diferentes (tienen que serlo) y que la X-Box apesta. A través de él me entero de lo nuevo en videojuegos. Yo ya no tengo tiempo de jugar. No como antes. Me contó sobre su primera decepción amorosa. Lo rechazaron por ser “muy coqueto”. Le doy la razón a la chavita. El día que fuimos a la cineteca a intentar frustradamente ver una película de Mizoguchi, ella le mandó un mensaje disculpándose por haberlo rechazado así. Ella espera que sean buenos amigos. Ahí me di cuenta de que esa chavita es buena persona. Él no quiso contestarle hasta que terminó la película. Ella: “¿Qué, no me vas a contestar nada?” Galán. Ojalá que Minimí no olvide nunca que en mí tiene a un mejor amigo, aunque seamos familiares. Ojalá algún día le pueda decir lo que significa para mí. No me canso de las ironías de la vida. Espero volver a perdernos en el mar alguna vez o, por lo menos, disfrutar de un buen albercazo. Y ahora sí, los dos con chelas en la mano. Lo bueno es que podemos seguir discutiendo sobre cuál es la mejor consola. Lo malo es que ya no me ayudará a hacer más promos en los que se necesite una voz de niño.

Nunca me imaginé que hacer cine fuera tan fascinante. Ni mucho menos creí que fuera tan complicado. No es el equipo, ni las locaciones, ni el ambiente: es la gente, la puta gente es lo que lo hace complicado. Esto de ser director pesa mucho. Me sigue gustando pero he aprendido muchas cosas en estos días. Si no controlo mi stress, mi libertad creativa se va por la borda. Si no controlo a mis subordinados, lo mismo. Por más ideas locas que tenga en mi cabeza, se necesita un equipo. Un buen equipo. Sinceramente no sé si lo tenga ahora, pero en el futuro, aunque así sea, debo imponerme o nos irá mal a todos. Por ahora la sufrí. De verdad que la sufrí. Nunca me esperé sufrirla tanto. Pero lo mejor es que aprendí. Las cosas serán diferentes de ahora en adelante: filmaré mi historia de terror, como debe ser, como lo hace la gente que sabe, como lo aconsejan los profesores de cine, como yo he visto que se hace. No volverá a pasar que se quite mi estilo. Me moderaré, sí, pero no me privaré más. Los samurai y los niños fantasmas enseñan muchas cosas. Nada como un buen video musical burlón, pero ingenioso.

Temporada de cine. Bien, muy bien. Por lo menos estoy cumpliendo lo que algún día me propuse. Es que ¿cómo quiero hacer cine si no veo cine? Cine japonés, cine alemán, cine inglés, cine gringo… Invitaciones gratis. Vino y panes alemanes. A veces, algo al azar. Hasta ahora, siempre ha sido satisfactorio. Ahora sólo me falta ver más cine del clásico, el imperdible, el que todo mundo ha visto menos yo. Los amantes frustrados y los falsos actores eruditos. Kenji Misoguchi también es excelente. Me da gusto que la cineteca quede a sólo pasos del IMER.

IMER. Temporada mala. De pronto, muy, muy mala. Pero este octubre las cosas han cambiado. Ya pinta mejor. Tras una crisis severa, sin rating, sin llamadas, sin perro que ladre, cambios. Todos los días, sólo media hora. ¿”Sólo”? Sí, pero más trabajo. Sí, pero más oportunidades en puerta. Sí, pero un poco más de stress y compromisos. Sí, pero ya sólo me quedan dos meses. Sí, ¿y luego, qué? Trabajo, vacaciones, San Diego, prácticas, abstracción, goce del último semestre de universidad… ¿Qué? ¿Realmente, qué? Jugaré a la bola negra, seguramente ella tendrá mejores respuestas que yo.

Ni siquiera había tenido tiempo de escribir y cuando quise hacerlo, el blogger estaba en mantenimiento. Son los karmas. “El karma, el karma, ¡aguas con el karma!” Llegaba a mi casa muy, muy, muy tarde. Llegaba a seguir trabajando en la computadora. Y por unos días la odié a la pobrecita. ¿Qué culpa tiene la pequeña? Inocente. Maquinita inocente. Mañana nos toca otra filmación: el juego de naipes. Pero decidí abstraerme de ésta, al 100%... bueno, 99%. Es que tampoco debo olvidar que esto es una clase y que le tengo que echar ganas para graduarme de la mejor manera posible. Si son tan chingones, a ver, dirijan ustedes. Curiosamente, el que más chingaba, ahora se abstrajo del proyecto. ¿Casualidad o es que al único que se la va a pasar frustrándole sus proyectos es a mí? Claro, es que le tocó hacer el guión, trabajar en pre-producción, y eso sí ya no le gusta. Ni tampoco la post. A él lo que le interesa es mandar. Me da hueva. Otra vez invoco a Kamisama para que nos vaya bien. Digo, nuestros trabajos han sido siempre los mejores. Si lo callo, piensan que no aprecio el trabajo en equipo; si lo manifiesto a los cuatro vientos, se encabronan que porque soy muy soberbio, que porque me confío demasiado. Nadie pude quedar bien con todos. Simple e indebatiblemente, no soy monedita de oro. Hacía mucho que no me enojaba de esa forma. Ya había olvidado que mi paciencia tiene límites.

Ella me ha seguido mandando mensajes a mi celular. Como es su costumbre, prefirió “despedirse” mediante un “adiós” abreviado para que cupiera todo en una sola tanda de letras, de otra forma hubiera tenido que pagar por dos mensajes enviados. No le he querido contestar. No he tenido crédito ni tiempo ni mucho menos ganas. Las relaciones son en exceso complicadas. Y de este tipo, aún más. Algún día le contestaré. Cuando me sienta listo. Le informaré sobre la decisión que he tomado. La que me orilló a tomar con todos sus mensajitos. Pero se lo haré saber de viva voz. Claro, por teléfono… no pienso ir ahí nunca más. O, por lo menos, no en mucho tiempo. No quiero recordar nada de esos parajes. Es triste darse cuenta de que las cosas que en algún momento te provocaron la sonrisa más amplia y sincera de tu vida ahora sólo te inspiren llorar. Pero siempre sigo de pie. Orgulloso de mi estatura y de mi frente cada vez más amplia. El pelo largo podría disimular muy bien.

El Mes Patrio Japonés fue todo un éxito a pesar de la premura del tiempo. Todos los viernes me ponía contento porque por fin podía hacer algo que me gusta. Más por contento que por obligación. Espero que se haya reflejado esa alegría en mi voz. No me queda de otra más que decirle GRACIAS a toda esa gente que me apoya siempre. No sé qué más hacer para regresar toda esa buena vibra más que seguir echándole ganas. :-)

Ya no hay tiempo para los amigos ni para la familia. ¿Dónde estarán mis amigos?, ¿qué será de su vida? Sí, sí… ¡ya sé! Soy el dramático del grupo… Ni modo, muchachos, así me quieren, ¿no? Se amuelan. Y peor aún ahora que viene la Crisis de Medio Semestre. Un solo examen, pero mucho trabajo por delante. Mucho.

Extraño mucho a mi familia. Me incomoda no verles la cara por las noches y también me incomoda no distinguir su rostro en las mañanas. Es que mis ojos no terminan de abrirse sino como tres horas después de la levantada oficial. Extraño la comida de mi abuela y las pláticas con ella de política, de moda, de espectáculos y los chismes de la colonia. Viene el cambio de sexenio y no he podido conocer su evaluación de estos seis años que se nos fueron ya. Votó por Fox con la mejor de las intenciones. Me molesta que esté decepcionada, como todos los demás. Ya me encargaré yo de hacerla sentir orgullosa, por lo menos de alguien.

Otra piedra en el costal es el doblaje. Y como van las cosas, no vale la pena que siga en la cima de mi lista de posibles actividades que me harán rico. Borrado. También debería quitarlo de mi lista de cosas que me harán sobrevivir. Borrado. Mmm… espera… aquí había más cosas anotadas. ¿Qué pasó? ¡Vaya, qué sorpresa! Acabo de borrar la última entrada de mi lista de cosas que me harán sobrevivir. Otra vez queda en blanco.

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